jueves, 13 de marzo de 2014


¡NO ME HABLES EN JERGA!


Cuando un físico entra por primera vez a trabajar a un hospital, por muy leído que se considere y por muy bien que crea que anda de ortografía y de vocabulario, se va a encontrar con un montón de palabrejas desconocidas que le harán pasar más de un apuro. Si es echado para adelante las preguntará abiertamente. Pero, si es tímido y con miedo de meter la pata, las apuntará, antes en el cuaderno de notas y ahora en el móvil, y las consultará al llegar a casa, antes en el diccionario de la RAE y ahora probablemente también en el móvil. La mayoría son de anatomía y entonces, sobre todo si el físico viene de dar dibujo en el bachillerato, no le resultarán nada familiares. Algunas las habrá oído y le suenen, pero es muy probable que no sepa a qué se refieren en concreto ni las haya visto nunca escritas.
Yo recuerdo que al principio me sentía rara, porque incluso mis compañeros físicos hablaban en algo que a mí se me antojaba como una especie de jerga totalmente desconocida y un tanto elitista. Y dada la naturalidad con la que todos las usaban, a veces pensaba que quizá fuera incultura mía, aunque después me tranquilizaba cuando preguntaba en mi entorno y (casi) todos me contestaban que tampoco tenían ni idea. Probablemente otros radiofísicos tengan más o diferentes, y seguro que alguna anécdota curiosa también, pero yo recuerdo de mis primeras semanas en el hospital:
1) Decúbito supino y decúbito prono:
No entiendo cómo, con lo fácil que es decir boca arriba y boca abajo, todos usamos lo de decúbito supino cuando hablamos de cómo está colocado un paciente sobre la camilla. Resulta que las palabras vienen del latín: “decúbito” significa acostado, “supino” sobre el dorso y “prono” sobre el vientre.

lunes, 3 de marzo de 2014

NOVEDADES DE MARZO

PETE DEXTER, El chico del periódico, ed. Alfaguara


   Un reo de asesinato espera ser ejecutado. Una mujer que ha estado escribiéndole cartas de amor contacta con dos periodistas y les asegura que es inocente. Con métodos periodísticos no siempre ortodoxos, llevan a cabo un reportaje y consiguen que el caso se revise. Pero quedan demasiados cabos sueltos, los pantanos devuelven cadáveres y es difícil vivir sabiendo que no se ha actuado con ética... Una inmersión en la violencia, una visión inmisericorde de un periodismo sin escrúpulos.